La buena noticia.
La Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos (SNGR), en coordinación con autoridades locales y nacionales, informa que el incendio forestal ocurrido en Imbabura/ Cotacachi/ Apuela/ Purafo –zona de protección del Parque Nacional Cotacachi Cayapas, fue controlado en su totalidad el sábado 23 de agosto, tras seis días de arduo trabajo conjunto inclusive con miembros y asociaciones comunitarias.
El pasado 18 de agosto, un incendio de causas aún desconocidas, empezó a extenderse por la zona, afectando más de 1,000 hectáreas de vegetación de páramo y pajonal. Las fuertes ráfagas de viento contribuyeron a la magnitud del siniestro, que puso en riesgo la biodiversidad y la calidad del aire en la región.

La mala noticia
Que este incendio, preliminarmente se conoce que afectó a más de 1,000 hectáreas de vegetación de páramo y pajonal
Y esto representa una pérdida ambiental de gran magnitud y de múltiples dimensiones, con graves implicaciones en varios ámbitos:

Biodiversidad y ecosistemas
Pérdida de hábitats: Los páramos y pajonales son ecosistemas únicos que albergan especies endémicas y adaptadas a condiciones extremas. La quema destruye estos hábitats, poniendo en riesgo flora y fauna, muchas de las cuales podrían estar en peligro de extinción.
Disminución de especies: La pérdida de vegetación afecta la supervivencia de especies animales que dependen de estos ecosistemas para alimentación, refugio y reproducción.
Alteración de procesos ecológicos: La vegetación desempeña roles clave en la regulación del ciclo del agua, la conservación del suelo y la captura de carbono. Su destrucción interfiere en estos procesos, afectando la salud del ecosistema y su resiliencia.

Impacto climático
Liberación de carbono: La quema de vegetación libera grandes cantidades de gases de efecto invernadero, contribuyendo al calentamiento global.
Reducción de sumideros de carbono: La pérdida de vegetación disminuye la capacidad del ecosistema para absorber CO₂, agravando el cambio climático.
Erosión y degradación del suelo

La vegetación actúa como una cubierta protectora que previene la erosión. Sin ella, el suelo queda expuesto, vulnerable a la erosión por agua y viento, lo que puede llevar a la desertificación y pérdida de fertilidad.
Recursos hídricos
Los páramos son cruciales en la regulación de las fuentes de agua y en la recarga de acuíferos. La destrucción de estas áreas puede disminuir la disponibilidad de agua potable para comunidades, agricultura y biodiversidad, generando problemas de abastecimiento y conflictos sociales.
Impacto social y económico
Comunidades locales: Muchas comunidades dependen de estos ecosistemas para su sustento, ya sea a través del uso directo de recursos o del turismo ecológico.
Agricultura y ganadería: La pérdida de vegetación puede afectar actividades agrícolas y ganaderas, generando pérdidas económicas y desplazamiento de comunidades.
Costos de recuperación: La restauración de áreas afectadas requiere inversión significativa en manejo ambiental, reforestación y monitoreo.

Aspectos culturales y espirituales
En muchas culturas como en la nuestra, estos ecosistemas tienen valor simbólico, espiritual o cultural. La destrucción de sus paisajes puede afectar la identidad cultural de comunidades indígenas y rurales.
La quema de 1,000 hectáreas de páramo y pajonal no solo implica la pérdida inmediata de vegetación, sino que desencadena una serie de efectos negativos que amenazan la biodiversidad, alteran procesos ecológicos, contribuyen al cambio climático, afectan recursos hídricos y generan impactos sociales y económicos profundos.

La prevención y el manejo adecuado de incendios forestales son fundamentales para proteger estos ecosistemas críticos para la salud del planeta y el bienestar de las comunidades humanas.