Mientras el mundo mira con estupor la guerra en Medio Oriente, y teme una escalada que pueda afectarlo, en América Latina el panorama es de calma y distancia. Para muchos, se trata de un conflicto lejano, y que en nada nos puede afectar. Pero esta puede ser una postura peligrosamente equivocada. Es que los vínculos del régimen iraní y de algunos de sus grupos laterales como Hezbollá en nuestra región, son más serios de lo que podría parecer. Y de manera bastante llamativa, gracias a gobiernos y liderazgos “de izquierda” que han tejido un vínculo carnal con el régimen religioso iraní.

Un ejemplo particular es lo que ocurre con Bolivia, cuyos gobiernos recientes han firmado acuerdos muy “íntimos” con la teocracia iraní, como bien explica este artículo publicado en la prensa de ese país por nuestro amigo Emilio Martínez Cardona.

Donde además advierte al gobierno boliviano de evitar solidaridades absurdas con ese régimen islamista, en un momento tan tenso como el actual. Algo que no parece haber preocupado al presidente brasileño, Lula da Silva, que de manera bastante inconsciente, ya condenó públicamente la ofensiva israelí durante la cumbre del G7. Contradiciendo, además, la declaración formal del grupo, que justificó el derecho de Israel a defenderse. Por si algún distraído se ha olvidado, el gobierno iraní lleva décadas llamando a la destrucción de Israel, y sus huellas se pueden detectar sin mucho esfuerzo detrás de la masacre de civiles inocentes del 7 de octubre del año pasado.

Pero nadie ha hecho tanto por acercarse a Irán como la dictadura venezolana, hoy encabezada por Nicolás Maduro. El predecesor de Maduro, Hugo Chávez, concertó unos 300 acuerdos con las administraciones de Mohammad Jatami y Mahmoud Ahmadinejad. Esta relación, predominantemente económica, dio lugar a inversiones y préstamos iraníes por valor de 15.000 millones de dólares en Venezuela. En los últimos años, Maduro ha coqueteado con la posibilidad de comprar misiles a Irán, y según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, Venezuela “se convirtió en una cabeza de playa para la expansión diplomática y comercial en América Latina”.

Otro caso curioso es el de Argentina, que bajo los gobiernos kirchneristas de izquierda, firmó un memorando muy polémico con Irán, pese a que ese país estuvo detrás de los dos atentados más sangrientos de la historia reciente argentina, contra la embajada de Israel en Buenos Aires en 1992 y contra una institución judía, la AMIA, en 1994, que dejaron más de 100 muertos. Incluso, uno de los máximos dirigentes actuales del regimen iraní, el nuevo líder de la Guardia Revolucionaria Ahmad Vahidi, es considerado uno de los ideólogos del ataque terrorista contra la AMIA en Argentina.

Como se ve, los vínculos son más estrechos de lo imaginado, y hay quien dice que habría cientos de agentes de Hezbollá, leales a Irán, infiltrados en distintos países del continente. Lo curioso es que esto ocurra de la mano de gobiernos “de izquierda”, con discursos muy progresistas en lo social y, al menos en su prédica, contrarios radicalmente a la vinculación entre la religión y los estados.

Por lo visto, el odio a Estados Unidos e Israel es más fuerte que todo lo demás .