RIMAY ; La Música que une corazones

En el corazón de Otavalo, en una pequeña comunidad de Imbabura en Ecuador, los hermanos Perugachi Pichamba crecieron en un hogar donde la música era más que una simple actividad; era el latido de su vida. Desde pequeños estaban inculcados por sus padres María Mercedes Pichamba que entonaba la guitarra y su padre José Manuel Perugachi, que en esos tiempos de la juventud tocaba flautas instrumentos de vientos, ellos crecieron escuchando melodías tradicionales, mientras trabajaban en la tierra. La música era su legado, un regalo que decidieron convertir en su lucha.

Un día, mientras estaban sentados en el patio de su casa, rodeados de la belleza de los Andes, Rodrigo propuso formar un grupo musical. «¿Por qué no hacemos lo que más amamos y compartimos nuestra cultura con el mundo?», sugirió emocionado. Los otros hermanos Aníbal, Pedro y Alfonso se miraron y, con una sonrisa, supieron que era el momento de dar el primer paso. Así nació «Rimay», que significa «conversando musicalmente» en kichwa. Los tres jóvenes hermanos fundaron el grupo en 1993 cuando el hermano mayor Rodrigo Perugachi cruzaba el 6to año en la escuela.

Al principio, sus presentaciones eran pequeñas: fiestas familiares, celebraciones comunitarias y encuentros en la plaza del pueblo. Pero su pasión y su talento no pasaron desapercibidos. Pronto comenzaron a atraer la atención de la gente de Otavalo. Sus letras hablaban de la vida cotidiana, de la lucha por el bienestar y del amor por su tierra, resonando en los corazones de quienes los escuchaban.

Con cada presentación, su fama crecía. Las historias que compartían a través de su música hablaban de la conexión con sus raíces y la fuerza de la unidad familiar. En cada acorde, Rimay transmitía un mensaje de esperanza y resistencia, recordando a su audiencia la importancia de la herencia cultural y el amor por la música.

Un día, recibieron una invitación para participar en un festival de música en Quito. Era una oportunidad que no podían dejar pasar. Nerviosos pero emocionados, se prepararon durante semanas. En su actuación, el escenario se iluminó con sus voces armoniosas y el ritmo vibrante de sus instrumentos. La multitud, cautivada por su energía y pasión, comenzó a cantar junto a ellos. Fue un momento mágico que consolidó su lugar en el corazón de muchas personas.

A partir de ahí, Rimay se convirtió en un símbolo de esperanza para muchos jóvenes. Con cada canción, inspiraban a otros a encontrar su propia voz y a luchar por sus sueños. Las redes sociales comenzaron a llenarse de mensajes de apoyo y amor, y su música llegó a rincones lejanos, tocando vidas y corazones.

Sin embargo, el camino no siempre fue fácil. Hubo momentos muy tristes , falleció Aníbal el primer director y uno de los hermanos ,en un trágico accidente fueron momentos de dudas y dificultades económicas, pero los hermanos que quedaron se mantienen  unidos, recordando las enseñanzas de sus padres: «La música tiene el poder de sanar, de unir y de transformar». Con cada nuevo desafío, volvían a sus raíces, a la esencia de lo que significaba Rimay.

Hoy, Rimay es más que un grupo musical; son embajadores de su cultura, llevando la música kichwa a todo el mundo. A través de sus canciones, continúan conversando musicalmente, contando historias de amor, lucha y esperanza, y recordando a todos que la música es un lenguaje universal que trasciende fronteras.

Así, los hermanos Rodrigo, Pedro Perugachi y Alfonso Imbaquingo, junto con

Steveen Padilla, Alexander Fueres, Héctor Maigua, Geovanny Bonilla, Ernesto Panamá y José Rafael Córdova Vinueza que los alcanzará más luego, llevan este Inty Raymi junio 2025, el saludo a los hermanos de Europa, predispuestos a mostrar su pasión y dedicación, convertido en su legado familiar y en un faro de luz, demostrando que, a pesar de las adversidades, la música , siempre será su caballo de lucha.