21 DE MARZO, AÑO NUEVO BAHÁ’Í

Al finalizar el ayuno, el 21 de marzo, se celebra el Año Nuevo Bahá’í. Empieza con el equinoccio de primavera en el hemisferio norte, es decir, el sol aparece en el meridiano y brilla por igual en toda la Tierra, teniendo el día y la noche la misma duración. Los bahá’ís celebran el Naw-Rúz, que significa día de año nuevo, el primer día de la primavera en el hemisferio norte, el equinoccio vernal. El 21 de marzo del 2024, 180 años después del comienzo de la fe Bahá’í, los bahá’ís en todo el mundo darán la bienvenida, con mucha alegría, al Naw-Rúz como la celebración anual de una primavera física y espiritual.

Es decir, el momento en que el sol brilla igualmente en todas las partes de la Tierra, los bahá’ís sonreirán y se abrazarán cálidamente, reuniéndose para comer y reír juntos. (Y también tiene importancia la comida, porque el ayuno bahá’í anual de 19 días llega a su fin el día anterior a Naw-Rúz).

Para los bahá’ís, el Naw-Rúz no sólo representa el fin del ayuno y una justificación para festejar; sino que es un recordatorio de la unicidad de todos los mensajeros de Dios, y de ese equinoccio espiritual que cada uno trajo a la humanidad.

 ‘Abdu’l-Bahá el hijo del Profeta Bahá´ú´lláh , explica que Naw-Rúz representa «el Día de Dios», el momento en que un ocurre re-despertar del espíritu y la luz de una nueva revelación brilla igualmente sobre la totalidad de la creación de Dios:  «Pronto el mundo entero, como en la primavera, cambiará su atuendo. Ya pasó la mutación y caída de las hojas de otoño; la desnudez del invierno terminó. Ha aparecido el año nuevo y la primavera espiritual se acerca. La negra tierra se está convirtiendo en un verde jardín; los desiertos y montañas están cuajados de flores rojas; de los límites de la tierra virgen las hierbas crecidas se yerguen como avanzada ante los cipreses y árboles de jazmín; mientras los pájaros cantan entre las ramas de los rosales como los ángeles en el más elevado cielo, anunciando las buenas nuevas del acercamiento de esa primavera espiritual, y la música melodiosa de sus voces está haciendo que la verdadera esencia de todas las cosas se mueva y estremezca” Tablets of ’Abdu’l-Bahá Abbas, vol. II, págs. 318-319.